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El Teatro Ensalle acoge el Quinteto de cuerdas en Do Mayor D. 956 (F. Schubert), interpretado por el Cuarteto Dumka y Margarida Mariño.
Este viernes, el Teatro Ensalle de Vigo nos abre sus puertas para una cita con la música clásica que promete ser memorable. Si eres de los que disfrutan de las grandes obras y de interpretaciones con alma, apunta bien la fecha: el Cuarteto Dumka y la violonchelista Margarida Mariño se unen para traernos una de las cumbres de la música de cámara: el 'Quinteto de cuerdas en Do Mayor D. 956' de Franz Schubert.
Es una de esas ocasiones en las que la ciudad se llena de sonidos que nos invitan a la reflexión y a la emoción. El Teatro Ensalle, con su ambiente íntimo, es el escenario perfecto para una obra de esta magnitud, donde cada nota y cada silencio cobran un significado especial.
El 'Quinteto de cuerdas en Do Mayor D. 956' es, sin duda, una de las joyas de la corona de Franz Schubert. Compuesta en 1828, apenas un par de meses antes de su fallecimiento, esta obra es su última pieza de cámara y un testamento de su genio. Es fascinante pensar que una obra tan profunda y compleja naciera en los últimos compases de la vida de un compositor. De hecho, su primera interpretación pública no llegó hasta 1850, y no se publicó hasta 1853, veinticinco años después de que Schubert la concibiera. Esto nos da una idea de la visión adelantada a su tiempo que tenía el maestro.
Lo que hace a este quinteto particularmente especial es su instrumentación. A diferencia de la mayoría de los quintetos de cuerda de la época, que solían incluir una segunda viola, Schubert optó por añadir un segundo violonchelo. Esta elección, aunque no fue el primero en usarla (Luigi Boccherini ya lo había hecho), le permitió explorar una riqueza y una profundidad en los registros graves que pocos habían logrado antes. El resultado es una sonoridad única, densa y emotiva, que envuelve al oyente desde el primer acorde.
La elección de la tonalidad de Do mayor tampoco es casual. Se dice que Schubert pudo haberla elegido como un guiño a grandes figuras como Mozart y Beethoven, quienes también compusieron quintetos de cuerda en esta misma tonalidad. Es un diálogo entre gigantes de la música, donde Schubert aporta su propia voz inconfundible.
Desde su redescubrimiento, el 'Quinteto en Do Mayor' ha sido universalmente aclamado. Críticos y músicos lo han descrito con adjetivos como 'sublime', 'extraordinario' y poseedor de un 'patetismo sin fondo'. Muchos lo consideran no solo la mejor obra de cámara de Schubert, sino una de las composiciones más destacadas de toda la historia de la música de cámara. Su influencia es tal que incluso Johannes Brahms se inspiró en ella para su propio Quinteto para piano, que en un principio fue concebido también para dos violonchelos.
La obra se estructura en cuatro movimientos, siguiendo el patrón clásico de rápido-lento-scherzo-rápido, pero cada uno con su propia personalidad y profundidad:
Allegro ma non troppo: Este primer movimiento es una pieza expansiva, que por sí sola puede ocupar más de un tercio de la duración total del quinteto, que suele rondar los 50 minutos. Destaca por sus giros armónicos inesperados y la forma en que Schubert introduce el segundo tema en una tonalidad sorprendente, mi bemol, presentado además como un diálogo íntimo entre los dos violonchelos. Es un inicio que te atrapa y te sumerge en la complejidad de la obra.
Adagio: Considerado por muchos como el corazón de la obra, este movimiento es pura emoción. Está en forma ternaria (ABA), con secciones exteriores tranquilas y serenas en mi mayor que contrastan de forma dramática con una sección central intensamente turbulenta en fa menor. Es un pasaje que te remueve por dentro, un claro ejemplo del genio de Schubert para expresar la melancolía y la pasión. Su atmósfera melancólica lo ha hecho popular incluso en el cine, donde a menudo se utiliza como música de fondo para escenas emotivas.
Scherzo. Presto - Trio. Andante sostenuto: Aquí nos encontramos con un scherzo de gran escala, casi sinfónico, en do mayor. Es un movimiento enérgico, descrito a menudo como 'imperioso y demoníaco', que contrasta con un trío más pausado y reflexivo en re bemol mayor. Es un juego de luces y sombras, de fuerza y delicadeza.
Allegretto: El quinteto cierra con un sonata-rondó exuberante, de nuevo en do mayor. Este movimiento tiene claras influencias de la música húngara y juega constantemente con la interacción entre los modos mayor y menor, creando una sensación de vitalidad y alegría. El tema principal ha sido descrito con una imagen muy evocadora: 'música de café vienés elevada a la categoría de lo sublime'. Es un final que te deja con una sensación de plenitud y admiración.
Si te apetece sumergirte en esta experiencia musical, aquí tienes los datos clave para que no te pierdas nada:
Es una oportunidad fantástica para disfrutar de una obra maestra de la música clásica interpretada por talentosos músicos en un espacio tan especial como el Teatro Ensalle. ¡No te lo pierdas!
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