Taller de cuero para beneficiarios de Amizade

En Pontevedra, la asociación Amizade está llevando a cabo un proyecto integral que me parece muy interesante, centrado en la autonomía personal de sus beneficiarios. Una de las actividades que forma parte de esta iniciativa es un taller de cuero, donde los participantes tienen la oportunidad de desarrollar nuevas habilidades. Este proyecto está diseñado para mejorar la calidad de vida de 134 personas con cualquier tipo de discapacidad —ya sea física, intelectual, sensorial o mixta—, buscando impulsar su independencia y su inclusión en la sociedad.

El programa de Amizade va mucho más allá del taller de cuero. Incluye una variedad de actividades deportivas como gimnasia, pádel o kick boxing, además de otras opciones de ocio. También ofrecen sesiones de logopedia, fisioterapia y psicología, servicios que son fundamentales para el bienestar de los beneficiarios. Este enfoque tan completo es crucial, especialmente para quienes, por motivos económicos o de accesibilidad, no podrían participar en este tipo de actividades de forma habitual. La idea es que nadie vea limitada su vida por falta de apoyos, y por lo que se entiende, estas actividades se ofrecen como parte de un programa de apoyo integral.

Paulo Fontán, presidente de Amizade, lo explica muy bien: cuando las personas con discapacidad asisten a estas sesiones con profesionales cualificados, su autonomía mejora y las consecuencias de su situación física se ven reducidas. Él insiste en que la autonomía no es un privilegio, sino un derecho. Además de todo esto, la asociación también realiza campañas de sensibilización social, dando charlas en colegios e institutos. El objetivo es que los estudiantes entiendan la discapacidad como una característica más del ser humano, que nos hace diferentes, pero no mejores ni peores.

Aunque se han logrado avances en accesibilidad y acceso al empleo, Fontán reconoce que aún queda mucho por hacer para conseguir una inclusión plena. Por eso, hace un llamamiento a los ayuntamientos para que diseñen programas inclusivos desde el principio y presten más atención a la accesibilidad urbanística, evitando esos pequeños errores que pueden complicar el día a día. Es un trabajo continuo, pero iniciativas como esta de Amizade en Pontevedra demuestran que se está en el camino correcto.