
Si hay algo que hace especial la Navidad en Pontevedra, más allá de las luces que se encienden en la Praza de España o el ambiente del Poboado de Nadal en la Praza da Ferraría, son esas tradiciones que nacen del comercio local y que se sienten auténticas. Mientras la ciudad se llena de actividades, como el Bosque dos Xogos con su pista de hielo sintético y toboganes, hay un rincón en el centro que lleva ocho años cultivando una costumbre mucho más íntima y dulce: el trueque de adornos navideños por galletas en la pastelería La Artesa.
Este local, situado en la tranquila calle Don Gonzalo, ha convertido un simple intercambio en una seña de identidad. Las artífices son las hermanas Sabela y Lidia Fariña, que iniciaron esta práctica con el objetivo de “crear un poco de comunidad con la gente”. La idea es sencilla y funciona como un motor de conexión: los clientes traen un adorno de Navidad y, a cambio, reciben una galleta decorada hecha con mimo en el obrador de La Artesa. Es una forma de que la clientela habitual, esa gente que ves a diario, deje su “huella” en el espacio, transformando la pastelería en algo parecido a un salón familiar.
Para que el trueque no se convierta en un caos, como Lidia Fariña temía al principio, la iniciativa se rige por unas pautas claras. Los adornos deben ser de colores navideños clásicos: rojo, blanco o de madera. Esto asegura que, aunque la colección crezca sin parar, la decoración del local mantenga una armonía visual. Además, el intercambio se realiza de forma concentrada, generalmente durante la primera semana de diciembre. Ellas lo hacen así porque, justo después, la carga de trabajo se dispara con los pedidos de turrones, tartas y regalos personalizados, entrando en la “euforia” que dura hasta Nochebuena. Al hacerlo al principio, pueden dedicar tiempo a la interacción con cada persona que participa.
La magia de esta tradición reside en la diversidad de la participación. No solo acuden adultos que pasan a por su café matinal, sino también muchísimos niños. Para los más pequeños, la experiencia es especialmente emocionante: algunos incluso elaboran sus propios adornos en casa. Cuando esto sucede, las reposteras se aseguran de anotar el nombre y la fecha en la pieza, un detalle que permite a los niños buscar su creación en años posteriores, lo que les hace “mucha ilusión”. Con el paso de los años, la colección de adornos ha crecido tanto que los de ediciones anteriores siguen expuestos en diferentes zonas del local, aunque el espacio ya escasea y tienen que guardar algunos en cajas. Esta acumulación de recuerdos y objetos donados convierte a La Artesa en un pequeño museo de la Navidad pontevedresa, demostrando cómo un gesto sencillo puede fortalecer el vínculo entre un negocio y su barrio, haciendo que la Navidad se sienta, de verdad, como estar en casa.
Fecha de publicación
11 de diciembre de 2025
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